28.5.09

Sueño eterno

La vida se hiere a sí misma dando paso a la muerte. No morimos de pena y oscuridad, morimos de exceso de luz. La vida es un suicida enamorado. Los órganos se acurrucan, el corazón se desespera, la sangre se espesa, y ante tanta exuberancia la muerte cierra el telón dándose por vencida. La muerte sólo triunfa en el miedo, vive allí, en la angustia, en el terror. Cuando la vida triunfa y una persona muere, es el fin de todo, incluso de la muerte. Quien se consume en una enfermedad notará cómo la vida lo entrega todo, cómo hasta las últimas células festejan su tarea. Verás, al final, que la realidad es sólo la mezquina contracara del sueño dulce y eterno.

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