9.7.08

Ahora se fabrica en serie a las personas (pobrecita la raza humana)

Click, whisky, clack, pack, jaja. Hay dos, tres, a lo sumo cuatro poses que tenés que usar para sacarte una foto y salir normalita. Poné trompita (sos tan dulce, tan tierna, tan inocente, y al fin tan buena, tan perfectamente rebelde), o ponéte de costadito, mirando provocativa (sos tan provocativa, tan parecida a la modelo de la revista, aunque mucho más inteligente y divertida, porque vos sos una persona de carne y hueso, real, hermosa), o abrazá a tus amigas, que son un montón pero sólo algunas son tus mejores-mejores amigas, bueno abrazálas y todas muestren sus dientes de publicidad, así, ¡muy bien! (sos tan familiera, tan querible, te lo dicen todas tus amigas, aparte sos única, eso también te lo dicen, no hay nadie como vos y te quieren muchísimo, pero muchísimo). Sos una más, pero a la vez sos irreemplazable, la princesa, y cuando vas a un recital te gusta encontrar gente igualita a vos, y no te parece una contradicción ser única y al mismo tiempo idéntica a la novia de ese pibe que se sube a los hombros y canta (grita) todas las canciones. Es que son un montón de personas distintas, me decís, rebeldes, que se encuentran y forman una tribu. Otro ejemplo: vas al nightclub y a pesar de estar más o menos pintada como todas y hablar más o menos igual que todas vos sos distinta, independiente, no individualista porque queda feo, digamos independiente. No te enojes pero dejáme contradecirte un poquito y arriesgar una idea: tal vez efectivamente seas igual a todas, tal vez seas un robot parido por esta sociedad, tal vez tus ideas sean iguales a las ideas de mucha gente como vos, y tal vez, sabés qué, tal vez no seas tan única. Pero necesitás incrementar tu ego, eso lo entiendo, y a la vez encontrar consenso en tu grupo de amigas. No te enojes, es sólo una idea. Pero a veces, cuando te escucho hablar, me sorprende que te haya escuchado ya en otros lugares, o cuando te veo me parece que ya te vi en un montón de otros lugares. Qué curioso. Sos de la generación individualista y sin embargo sos parte del rebaño más amorfo de la historia. Pensás lo que te dicen que tenés que pensar, lo que papi piensa o lo que tu hermano más grande dijo una vez en una sobremesa. Sos incapaz de contradecir lo que te dicen, porque así fuiste educada y te enorgullecés de eso, y aparte contradecir lo preestablecido te da pánico, porque esa falta de identidad, ese ser tan parecido a todos y querer negarlo, te genera un vacío que tapás repitiendo acciones y dichos, y claro, te entiendo, contradecirte sólo pone en primer plano el vacío. Igual, para tu consuelo y el mío, debo decirte que no sólo la juventud se fabrica en serie ahora. Te cuento algo que me pasó el otro día: por motivos que no vienen al caso, tuve que ir al microcentro en hora pico. Florida y Corrientes. El semáforo se puso en rojo y un enjambre de clones (sí, un espanto) se me vino encima. Igualitos, todos. Usaban saco y corbata, tenían los ojos huecos, sin vida, y se dirigían maquinalmente a quién sabe dónde. Ese mismo día, pasé por la plaza del Congreso. Había una manifestación. Todos iguales. Todos cantando lo mismo. Todos eufóricos, sin tiempo para pensar, sin lugar para el disenso o la mínima crítica. Luego, me tomé el subte. Una boletera igual a todas las otras boleteras me dio mi pase. El tren venía repleto. Había mucha gente distinta (rubios, petisos, morochos, con el pelo largo, corto, pelados, etc.), pero a todos, absolutamente a todos, me parecía ya haberlos visto en otros lados. Quizás era cuestión de hablar con ellos para darme cuenta que estaba equivocado, que no eran clones o robots, sino personas con pensamientos únicos y originales. Me puse a escuchar a una pareja que estaba hablando cerca de mí. "¿Viste Emilce? Bueno, me contó su tía que estaba drogada el otro día en la fiesta, qué loca...". Me acordé de gran parte de esa conversación al día siguiente, cuando en ese mismo subte y a esa misma hora, una pareja distinta estaba hablando a mi lado y dijeron lo siguiente: "¿Viste Mariana? Bueno, tipo que me contaron que la loca fue drogada a la fiesta..." Y entonces lo supe, querida amiga, la verdad había sido revelada: ahora todas las personas se fabrican en serie, y me animo a decirte más: en el fondo disfrutan de ser iguales a todos y le temen y le huyen al solitario, lo desprecian. ¿Qué pasa con los locos, los artistas, los de ojos sangrantes? Se los chupan al nacer, los exprimen, los cuelgan con broches y los dejan secar hasta pudrirse. Justamente, me enteré en esas charlas de subte que Emilce (o Mariana) estaba esperando un bebé, mirá qué loco, y que era un varón y que por supuesto ya le había comprado toda la ropita. Celeste, desde ya, celeste igual que todos los varones que nacieron en este mundo, no vaya a ser cosa que nos salga distinto, o rarito, y que sufra toda la vida por la disfuncionalidad de dos padres irresponsables. Y luego le comprarán la pelota de fútbol y los autitos (no las muñecas, eh) y le pondrán un nombre masculino, Marcelo o Joaquín o lo que sea, y le insertarán un DNI, que es como el código de barra que nos imprimen, todos igualitos, uno al lado del otro, y nos tomarán las huellas dactilares para tenernos bien identificados en eso que únicamente nos diferencia. La flor del bebé de Emilce (o Marcela) se irá marchitando, si es que aún queda en pie algo al entrar al Jardín de Infantes. Finalmente los maestros y sus compañeritos de Primaria machacarán todo resto de individualismo y unicidad. Así, mi querida amiga, el bebé, ya un adolecente bastante torpe y confundido, estará casi listo para convertirse en un clon y poder afrontar una vida normal, que tendrá sobresaltos y paz, alegría y tristeza, como la de millones de otras personas que poblamos este mundo que de tan pero tan uniforme está muriendo como un león herido. Permitíme hacer otra acotación: ¿cómo podemos siquiera pensar otros mundos si no somos capaces de vernos como individuos? Las intenciones más nobles se ven truncadas si el hombre no es feliz, y el hombre sólo puede ser feliz si se realiza como individuo. Claro que los individuos viven en conjunto, en sociedades, pero jamás la sociedad debe estar por encima del individuo. ¿Qué locura de la Modernidad es esa? ¿Para qué fundar una sociedad justa si el individuo es pisoteado? Sólo habrá igualdad cuando haya libertad, y viceversa. Entender esos conceptos por separado es no entenderlos. Y ser feliz, querida amiga, no es algo momentáneo. Podría ser (y he aquí la esperanza de esta pobre raza humana) algo tangible, real, material, y no un éxtasis, un instante, un momento fotocopiado de otros tantos momentos fotocopiados. ¿Cómo podemos siquiera amar al otro si el otro es apenas un empaque lleno de significados ya creados? Pensá en eso, apartáte por un segundo de los que te rodean, que no hace mal, y cuando te saques la próxima foto ponéte detrás de la cámara, y que adelante haya un paisaje majestuoso y único: el del individuo pleno que serás sin ataduras ni habladurías.

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