11.7.08

Un mensaje para el Hombre Almohada

Ayer fui a ver Pillowman. Es acerca de un escritor de cuentos que es acusado de un crimen que desconoce (hola Kafka). En la obra se recitan varios de sus cuentos. Hay uno, "El hombre almohada", que cuenta los oficios de un hombre hecho de almohadas, con las piernas de almohada, los brazos de almohada y los deditos de almohaditas. Su función, su virtud y su condena, es ayudar a los niños a suicidarse. El Hombre Almohada sabe qué niño será desgraciado de adulto, y entonces lo convence de matarse de pequeño para ahorrarse tiempo y una vida de sufrimientos. El cuento termina con una moraleja: el Hombre Almohada visita al pequeño Hombre Almohada y lo convence de suicidarse, y entonces las vidas de cientos de adultos suicidas se hacen reales. Es una historia surrealista, fuerte, demasiado cruel o sádica como para pasar inadvertida. La entiendo y hasta comparto la idea si me apuran, pero... no puedo evitar preguntarme qué cosa es una vida feliz o infeliz. Como planteé varias veces en entradas anteriores de este blog, me cuesta más entender la normalidad que la anormalidad. El Hombre Almohada, de ser justo, debería decirle a todos los niños que se suiciden, porque lamentablemente en este mundo es jodido ser feliz. He ahí una visión más sombría aun. Porque el autor de Pillowman por lo menos cree que es posible dividir entre vidas felices e infelices. Los que tuvieron una niñez desgraciada, por lo tanto, en la adultez serán potenciales suicidas. ¿Y los que no? Para mí no hay vida más desgraciada que la vida "normal", eso es lo que les diría a todos los niños desgraciados de infancias terribles que me leen. No se preocupen, no es para tanto, vean al que se considera "feliz" en su barrio y se darán cuenta que nada dista más de la idea de felicidad que hasta un idiota tiene. El Hombre Almohada, de haber sido un poco más astuto, debería haber alentado a esos niños en su soledad y debería haberles dado una pluma y un papel, o una guitarra, o un serrucho de carpintero, alguna herramienta para crear. Al mundo lo mueven los solitarios, los doloridos, los poetas sangrantes, no los plácidos señoritos en su countrie o el ama de casa que riega las veredas. ¿Ellos son la felicidad? La idea de felicidad que tenemos se relaciona con la complacencia, pero la complacencia es (debería ser) sinónimo de ignorancia y pereza mental en nuestro mundo. Si un hombre durante una guerra, cualquiera sea, está complacido de sí mismo es o porque es un perfecto idiota o porque es el que provocó dicha guerra y se está beneficiando con ella. Me pregunto: ¿la felicidad, entonces, sólo es posible si somos los aceptados de la sociedad o si somos lo que manejamos los hilos? No quiero esa felicidad. Ya lo dijo Freud: "sólo hay dos maneras de ser feliz en este mundo: una, hacerse el idiota; la otra, serlo". Señor Almohada, si lee esto, sépalo: mejor mate a los felices, y deje a los desgraciados pintar el muro del nuevo horizonte que debe asomarse.

1 comentario:

Unknown dijo...

"sólo hay dos maneras de ser feliz en este mundo: una, hacerse el idiota; la otra, serlo" fue Freud o Enrique Jardiel Poncela? cito link http://joludi.tumblr.com/post/11167124/hay-dos-maneras-de-ser-feliz-en-este-mundo-una